"Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había acostumbrado. Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la derrota se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar explicaciones.
Dulce Chacón
Si me alejo
si me hundo
si lo hago,
si me marcho
si me escondo
si nadie nunca
puede saber donde
estoy
cuando su voz
suene amenazante.
Si me escondo
allí donde
el patio se vuelve oscuro
quizá si me alejo
mucho
se olvide de mi,
o si me quedo
quieta,
escondida
detrás del ropero
no podrá lastimarme.
Si no me encuentra
si su voz
se queda dormida,
su maldita voz,
ebria de vino, soledad
y rabia.
Su voz, murmurando
palabras sin sentido,
dejar de sentir
para siempre su voz
cuando está a punto
de herirme, de destrozarme
y tan solo escuchar
el silencio del universo,
el silencio de Dios.
Silencio
para no esperar
que lleguen tormentas
lejanas
que se acerquen
dejando la vida
hecha confusión.
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