Es tiempo de amar

Se vuelve hacia él entre risas. Sus mejillas sonrosadas, su mirada llena de alegría.

Están a un beso de distancia.  No puede evitarlo, se acerca a ella para estrecharla en sus brazos, ignorando el temblor de su cuerpo y su alma, regalándole toda la ternura en un abrazo.

Y entonces, siente, que ha dejado de estar perdido. Se rinde ante ella. Todo a su alrededor se sume en el silencio, durante unos minutos que parecen eternos, tan solo existen ellos dos. 

Un silencio lleno de promesas, de paz y de matices. Un silencio que dice mucho más que mil palabras. Un silencio dulce que envuelve.

No hace falta hablar, no hace falta que ella diga nada, lleva su voz dentro de él, y sus ojos hablan por ella. Pero él, tiene que hablar, tiene que decirle todas las cosas que durante tanto tiempo, no pudo decirle.

Cuando consigue hablar, sus palabras provienen directamente de su alma y ambos lo saben. Lo susurra en la oscuridad, la luna es testigo. Le promete que siempre la amará, que ya nunca se sentirá sola. 

Ya no es una intrusa en su vida, lo es todo.

 Al tiempo que las palabras brotan libres, sus ojos se humedecen por la brisa que acaricia su rostro, como si estuviera llorando, quizá lo está.

Por fin, ha encontrado su rumbo, su lugar. 

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