Noche tras noche,
yo vigilo tus sueños.
Me hago adicta
a tus suspiros.
Sigo el ritmo
acompasado
de tu respiración.
Ya amanece
y sigo despierta.
Cierro la ventana,
esa que da al mar,
no quiero que la luz del alba
te rocé siquiera.
Me tumbo a tu lado,
y en tu espalda,
trazo un mundo imaginario
con todos tus lunares,
para recorrerlos,
lentamente,
con mis dedos y mis labios.
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