lunes, 14 de diciembre de 2015

Esperando un mañana







La noche estaba despejada, una bella noche para hacer realidad un deseo. Un cielo infinito, cuajado de estrellas y una luna hermosa, cómplice de una pasión recién nacida .
Noche de feria, de luz, color, risas e ilusión.
Tuvo que ser así, no pudo ser casualidad...

Ella se giró y su mirada se encontró con sus ojos verdes, intensos y profundos. Ahí estaba él, mirándola, con todo el amor que de su corazón se estaba desbordando. Al verlo, sonrió, y toda la plaza se iluminó con un brillo especial. Por un minuto, pareció que no existía nadie más en el mundo. 

Todas las emociones posibles, las sentidas, las imaginadas, las esperadas, las que una vez se dieron por perdidas, las deseadas, las que se quedaron en el olvido, las que volvían desatando la pasión, afloraron de golpe, borrando toda la pena, que ese día quería hacerse un hueco en su alma, haciéndola desaparecer, tan solo con una sonrisa.

La paz, la calma inundó su alma. Los sentimientos quedaron flotando en el aire. Era invierno, pero de repente, parecía primavera.

Dejó su mirada prendida en la suya. Se hablaron con los ojos, contándose despacito, cuanto se amaban, tanto, que por un instante, pareció  que todo el mundo en esa pequeña plaza, era feliz, embriagados de una alegría inesperada.

Él  se acercó, tan solo unos centímetros separaban sus cuerpos. Ella hubiese querido abrazarlo, gritar al mundo entero, que era él, su amor, su único y verdadero amor. Él también, pero tuvieron que sujetar sus almas, tan solo pudieron seguir mirándose sin dejar de sonreír.

De repente, una pequeña manita, tiró de ella. Tenía que marcharse, dejarlo a allí, a él y a su corazón. Mientras se alejaba, fue dejando mil te quieros en el aire, para que la brisa los llevara  a sus oídos. No dejó de mirarlo, hasta que al doblar la esquina, su imagen desapareció, pero no la magia de ese breve instante que había inundado de amor su corazón y su alma.

Hubiese corrido hacía él, dejando todo atrás, pero esa pequeña manita, seguía tirando de ella, y continuó su camino, ahora más feliz, deseando , al paso de una estrella fugaz, que algún día,cuando esa manita soltara la suya para volar, fuera la de él la que la tomara, para continuar juntos por el camino de la vida,y ya jamás la soltara.

Deseó, regresar a sus brazos para dar luz a la pasión. El amor era el camino, juntos lo encontrarían. Encontrarían la salida, entonces vivirían la vida real, dejarían de imaginarse durante el día y dejarían de extrañarse por las noches. Dejarían de robarle tiempo al tiempo, instantes a los momentos. 
Vivirían despacio,construyendo amaneceres, se regalarían todas las ganas de besarse, mirarse, amarse, cuidarse, siempre.

Para el resto de sus vidas, se querrían.





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