Su sonrisa,
parecía venir de muy lejos,
la miró y la vio.
El insistía, ella
se resistía.
Tuvo que emplear
toda su voluntad,
para resistir su atracción.
Él dio color a su vida
acelerando el ritmo
de un corazón que apenas latía.
Ella, sucumbió.
Sintió el dulce sabor
de su amor,
le regalos sueños nuevos
cada noche,
y un despertar lleno
de ilusiones.
La enseñó a usar
los cinco sentidos,
el sexto le dijo:
!Amalo¡
Ella, no pudo ser más
generosa, lo amó,
le dio todo lo que era
capaz de dar,
ni él, más agradecido,
le dio su mirada
para que ella
pudiera ver su mundo.
Abrazándola con fuerza
le dijo:
Eres mi pequeño
trocito de ternura.
Siempre serás mi mañana.
Y su alma,
dejó de sufrir.
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