Transitaba por la vida
sin testigos,
sin rumbo, solo,
siempre solo,
perdiéndose en sus pensamientos.
Se equivocaba de camino,
él sabía que no iba a ningún sitio,
pero no encontraba la salida.
La única salida
eran sus pasos,
pero, sus pasos eran
un susurro en el silencio.
Dándose cuenta
de que llegaba el final,
frente a las olas y los vientos,
desatada la tormenta.
Su tristeza le gritaba,
azotaba su alma,
como la lluvia su rostro.
Mar profundo
peligroso y oscuro
como el abismo
que los separaba.
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