Cuando un hombre bueno está herido, todo el que se considere
bueno debe sufrir con él.
Eurípides de Salamina
No logra sacudir
el sufrimiento de su corazón.
Tanta soledad,
tanta angustia,
tanta desesperación.
Con la memoria
a la deriva,
tanta tristeza,
tanto miedo,
tanta impotencia.
Se has convertido
en alguien que no es,
olvidando cosas
por el camino.
Ángel desterrado,
ángel caído.
En su mirada,
un cielo negro y oscuro,
insondable,
como el futuro.
Lo mira y no ve nada,
sus ojos ya no iluminan,
ya no le ciegan.
Ojos gastados
de los que ya no espera
respuestas,
ahora le hablan
a la nada.
Acobardado y teñido
de sombras,
busca consuelo
en su soledad,
porque su soledad le protege,
de lo que se convirtió en imposible
lo que una vez fue improbable.
Apacigua sus pesares
ausente a su dolor,
el tiempo pasa
y pesa,
y a él le duele
el cansancio.
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