domingo, 20 de diciembre de 2020

Cenizas






No hay mayor dolor que recordar en la desgracia el tiempo en que éramos felices.

                Dante Alighieri.







Si ya no escucho tus pasos, ni siquiera en los días tristes, si es junio y todo huele a  flores ¿Por qué  sigue  llorando el cielo?.
¿Qué hago con ese para siempre que se ha incrustado en el alma, llenándolo de cicatrices?

¿Por qué se me ha roto el corazón y sigue latiendo?
Si mis recuerdos se han vuelto prisioneros arrepentidos que quieren alejarse, haciéndose más escasos, hasta desaparecer.
Si todo se pierde, si todo se olvida, si todo es un caos, vacíos que se llenan de olvido.
¿Por qué no se llenan mis vacíos?

¿Quién puede recoger mi soledad? ¿Quién  tiene remedios para un mal sueño? Para cuando lo soñado se desvanece y todo continua igual, mientras mi vida se pierde en la oscuridad.

-Llénalo todo... te pedí.

Nunca me dijiste, que me estabas abandonando. Tan solo pronunciaste palabras que ya no recuerdo, pero nunca un adiós. Ante mí todo quedó descolocado.
La duda, la inseguridad atraparon mi imaginación. Sentí la ansiedad que precede al miedo, recordaba tu voz como un eco que se iba perdiendo, se ensombrecía tu rostro.

Se desató un deseo loco, ardiente y doloroso. Una memoria que no era la mía me dijo que eras un demonio, no sé si fue algo que me contaron o yo lo imaginé. 
Quedó un corazón que sintió por siempre la nostalgia, por otro corazón que latió sin tener idea de ese hecho, mientras el mío yacía en el silencio.
Silencios, tantos silencios, y yo, que debería haber seguido siendo yo, quedé sin consuelo.

Entre el mar y yo, el cansancio de mi corazón, el coraje de mi alma, mi soledad y mi locura. Traté de controlar la desolación que encendía mi alma  que penetró en mí como un soplo de aire caliente. Intenté resistir, no ceder, quise hacerlo desesperadamente, luchar contra tu recuerdo.

¿Qué se esconde detrás de un sueño por descubrir? Todo lo supe en un segundo y en un segundo mi vida cambió. La vida sin ti siguió siendo vida, llena de horas vacías, días que parecieron años, días cortos  y oscuros. El tiempo se detuvo, se ralentizó, se eternizó.
Sentí la ausencia sin alivio alguno, sin remedio. Una vida sin nada. Y aún así la oscuridad no me alcanzó del todo. 

Si tu supieras cuanto pesa y amarra la vida, cuantas tardes de llanto dio paso aquella tarde de invierno...
Como eslabones de una cadena, cuentas de un collar, peldaños de una escalera, como la bruma del amanecer que todo lo enmascara, cuando la realidad se niebla como un mar infinito de olas grises.

Desaparecí en el caos de mi misma, ese, del que una vez me habías salvado, había días que estaba y días que estaba por estar. Todo lo vivido se fue confundiendo en vagos recuerdos. 

Navegué en sensaciones lúgubres sin un rumbo fijo, sin darme cuenta de que quizá los recuerdos son caprichosos o selectivos o que una misma historia tiene dos versiones. Dos formas de ver el mismo pasado y dos corazones que ya no latían al mismo ritmo.

¿Qué quedó de nosotros? ¿Tan solo nuestros recuerdos?
Pequeños fragmentos que hay que ordenar. Defender los instantes del tiempo que todo lo borra o al menos lo intenta o dejar de luchar contra la memoria que quiere hacernos perder las fuerzas.
Yo, luché, fui abriendo ventanas que me dejaron respirar, hasta que un buen día cerré los ojos, volví la cara hacia el cielo y respire.
Nunca me había sentido tan tranquila, ya no existías, te había guardado, sepultado, extinguido, aniquilado.

2 comentarios:

  1. No a todo el mundo le resulta fácil olvidar y pasar página. Cuando el amor está bien arraigado, cuesta desprenderse de él.
    Muy bonito aunque sea triste.
    Buenas fiestas

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    1. gracias Julia, por tu visita y tus palabras. Feliz año
      Un saludo
      alicia

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