La visita

Un día, un terrible día, sombrío, oscuro y traicionero, vino la tristeza a visitarme.

Llegó a hurtadillas. Le gustó tanto mi corazón y mi alma, llenos ambos de una gran melancolía, que decidió quedarse, dando vueltas por mi vida, engañando a mi esperanza, jugando con mi alegría a las escondidas.Le dijo que sería ella la primera en esconderse y que ella saldría a buscarla cuando contara hasta venticuatro.  Así lo hizo, tan contenta de poder jugar,mi alegría fue a esconderse, pero nadie la encontró, porqué nadie la buscó

Era tan tramposa, esa tristeza sucia y zafia, que la dejó mucho tiempo encerrada sin dejarla salir.
La felicidad, "mi felicidad", se ahogaba, se estaba asfixiando porqué yo no la veía, no podía sentirla.

Intente sacudirme la tristeza muchas veces, durante muchos días, intentando hacerla desaparecer.

Pero yo ya estaba herida, casi ciega. Tantas lágrimas derramadas, anegaban y distorsionaban mi realidad, y sin darme cuenta le dejé ganar, dejé que me golpeara hasta que mi corazón sin fuerza se rompió.

Me acostumbré a su presencia, la dejé instalarse en mi alma.
La tristeza no es traicionera, cuando decide quedarse, lo hace para siempre.

A veces, la felicidad, parece llegar, quiere abrirse camino y llegar a mi, a veces parece que me roza, pero son reflejos, y con el miedo a perderla, ya no la dejo entrar

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