Aquella tarde,
la puesta de sol,
fue mas luminosa de lo habitual.
Y, mientras tras la ventana,
contemplaba el horizonte,
se decidió.
Cruzó el umbral.
Cuándo la puerta
estaba a punto de cerrarse
tras ella,
giró la cabeza,
sus miradas se encontraron
por última vez.
Volvió a mirar al cielo,
mas allá, la oscuridad
daba paso a las primeras estrellas.
La media luna,
parecía sonreír,
mientras aparecía en el cielo,
pero el firmamento,
ya no parecía igual que ayer.
Nunca nada sería ya,
igual que ayer.
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