Yo te he visto en los intervalos: la luz
a rachas alumbraba tu rostro en la tormenta.
Eras tú y no eras: pues en la oscuridad
yo te llamaba y tú me respondías,
y también era tuya esa negrura,
tuya como el eco absurdo del viento.
Jordi Doce
Aprendí a tragarme
las lágrimas,
olvide las palabras
de amor
pero no bastó,
quedó un corazón
lleno de dudas.
Perdí mi mundo
y no pude encontrar
uno nuevo.
Me entretení con mis
sueños,
pero tampoco bastó,
yo que te quise tanto
no sabía muy bien
que hacer sin ti
y tan solo despertaba
nada más que
más melancolía.
Busqué un lugar
donde esconderme
no quise que me alcanzase
tu mundo irreal
no quería que me aplastaras
otra vez,
pero me sentí perdida,
a la deriva.
Aprendí entonces
a convivir con las dudas,
la angustia, la desilusión,
la desconfianza
sin mencionar jamás
aquella oscuridad.
Me desperté en el más
profundo de los silencios,
fue cuando en mi corazón
la esperanza poco a poco
se fue corroyendo.
No me dejabas respirar
me estabas axfisiando
y yo necesitaba
tomar aliento,
respirar hondo
y llenar de aire mis pulmones,
pero todo a mi alrededor
ardía
y yo no quería consumirme
convertida en cenizas.
Había que reconstruir una vida,
entonces aprendí a disolver
tu imagen en el recuerdo
y fui dejando una vida pasada
cada vez más atrás en la
memoria,
y aprendí,
ahora lo sé,
qué,
todo era posible
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