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sábado, 11 de noviembre de 2017

Dos solitarios




La casualidad nos da casi siempre lo que nunca se nos hubiere ocurrido pedir.

                                                  Alphonse de Lamartine










En realidad no fue para tanto, 
tan solo un instante hermoso,
una caprichosa casualidad,
en un verano impaciente
que les regaló 
una brizna de felicidad.

Destinos invisibles
que los esperaban 
en la Calle de la Amargura,
para regalarles caricias y besos
con sabor a menta,
y el calor templado
de un abrazo bajo la luna llena
de Santa Inés.

Con el sonido de fondo
de una balada 
que cantaba triste
un viejo marinero.

Dos cuerpos que se fueron
amoldando en un baile
envuelto de ternura,
alumbrado por las luces 
que procedían de las estrellas.

Sus ojos le sonrieron,
le sostuvo la mirada,
se lanzó a sus brazos,
él, un deseo le regaló.

Sus manos entrelazas,
libres y cautivados
se entregaron al
porvenir.

Todo sucedió deprisa,
lo vivieron, lo sintieron
lo guardaron
en sus almas.

Dos vidas perdidas
con los corazones rotos.





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2 comentarios:

  1. A veces esos momentos son los que más se disfrutan y los que mayor huella dejan.
    Gracias muy bonita poesía.

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