El mundo se fue desvaneciendo
perdió sus formas y colores
hasta que solo quedaron
unos labios
que ansiaban otros labios.
La luz se diluía,
comenzaba la noche.
Noche serena,
sin nubes en el cielo
sin nubes en el cielo
sin remolinos de espuma
en las olas del mar.
Noche,
que los volvía cómplices.
El deseo se imponía
a la razón.
Las manos iniciaban
caminos en el mapa
de sus cuerpos.
Exploraban su piel,
buscando rutas,
que nadie antes habían
explorado.
Con sus labios
tan cerca,
su voluntad,
se quedaba adormecida.
Sintieron como despertaban
mil mariposas dormidas
cuando sus dedos ser rozaron,
los de ella, temblando
los de él, seguros.
Compartieron un fugaz
momento
de intensidad y dulzura.
El deseo se imponía
a la razón.
Las manos iniciaban
caminos en el mapa
de sus cuerpos.
Exploraban su piel,
buscando rutas,
que nadie antes habían
explorado.
Con sus labios
tan cerca,
su voluntad,
se quedaba adormecida.
Sintieron como despertaban
mil mariposas dormidas
cuando sus dedos ser rozaron,
los de ella, temblando
los de él, seguros.
Compartieron un fugaz
momento
de intensidad y dulzura.
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