Esperando,
calmando prisas,
inquietudes,
impaciencias del corazón.
Abrigando
añoranzas.
No es verdad
que le tiempo
todo lo cura,
solo lo enmascara,
lo disfraza de olvido.
Hay recuerdos
que duelen como punzadas
y deshojan la piel
dejándola desnuda
a merced del dolor.
Recuerdos hirientes,
breves, ingratos,
que se instalan en el alma
y nos transforman.
Nos confunden, desaparecen,
nos engañan, vuelven a aparecer,
aún cuando no los llamas,
y al final,
nos dejan derrotados.
Dejando la vida,
la fe y la esperanza,
hecha añicos,
imposibles de pegar.
Revolotean como un pajarillo
con las alas rotas,
que necesita buscar cobijo
y descansar.
Así son los recuerdos.
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