… la vida valdrá la pena mientras haya en el mundo seres capaces de hacer magia cuando profesan una pasión.
Ángeles Mastretta
Era una noche
de canciones tristes,
pasó un ángel,
dejando un reguero
de plumas
llenas de sueños
y se encontraron
dos necesidades.
Todos los colores
del mar
brillaban en sus ojos,
los de ella
recordaban al amanecer.
Se enredaron
sus miradas
y la vida fluyó.
Quiso conocer
todos sus misterios,
no sabía nada de ella
y sin embargo
la había visto por dentro,
pues al mirarse
a los ojos
vio el reflejo de su alma.
Y es que, el verdadero
amor,
puede nacer
de una sola mirada.
Sumidos uno en el otro,
enredados,
olvidándose del mundo,
descubrió tormentas
en sus manos,
abrió sus ganas,
entró sin permiso
y como el viento,
desordenó su deseo.
La poseyó con prisa,
exploró su cuerpo,
recorrió su espalda
plagada de lunares,
tocó sus senos,
la devoró a besos
para intentar sacarse
la rabia de ser
un ángel caído.
Pero la calma no llegó.
Ella nunca preguntó
de que huía, era una
criatura herida.
Se acostumbró
a sus ojos tristes
de hombre desesperado
que la miraba con deseo.
Él estaba de paso
y tenía prisa,
nunca le mintió.
Ella sabía
que algún día
esperaría a alguien
que no vendría,
pero no intentó
detenerlo.
Su corazón debía
encontrar sosiego
y el camino de vuelta
a través de la niebla.
Cerró los ojos
y volvió la cara al cielo
cuánto hubiese dado él,
por permanecer un poco
más a su lado.
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Muy hermoso poema, a pesar de no tener un final feliz.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
La pasión mueve el mundo.
ResponderEliminarUn saludo fuerte!
www.somosfuego.blogspot.com
Me agrado mucho tu poema, pero
ResponderEliminarse quedo sin el.
Besitos dulces
Siby
Muy hermosa la cita que ha traído como antesala. También tus versos:
ResponderEliminarElla nunca preguntó
de que huía, era una
criatura herida.
Se acostumbró
a sus ojos tristes
de hombre desesperado
que la miraba con deseo.
Me alegra mucho visitarte después de tanto tiempo.
Espero estés bien y que aproveches el confinamiento para escribir.
Un abrazo.