De pronto recordé que había soñado con eso: Un laberinto asfixiante en el que por más que caminara siempre estaba en el mismo lugar. Algo me atrajo, quizá la incertidumbre o mi propio miedo, y me largué a correr hacia cualquier parte
Osvaldo Soriano
Me dio la mano
sus dedos se entrelazaron
con los míos,
sentí el latido
de su sangre bajo la piel.
De repente su tacto
quemó mi piel,
sentí sus fuego
creciendo en mi interior
enredándome,
reteniéndome, atándome.
Y solté su mano,
contuve la respiración,
mis labios temblaron,
mi voz sonó entrecortada.
Quiso atraerme hacia
su cuerpo, noté su aliento,
suave, cálido, familiar
y escuche mi propia respiración
agitada
cuando me preguntó
si lo quería
y yo no supe
que responder.
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