"El destino baraja y nosotros jugamos"
Arthur Schopenhauer.
Ahora lo sabía,
tenía que escapar,
alejarse, apartarse.
Deseó correr, huir,
huir lejos antes de ver
el instante más oscuro
reflejado en sus ojos,
pero siguió mirándole,
como si en lugar de verlo,
quisiera atravesarlo.
Necesitaba hablar, decir algo,
desnudar los deseos
más íntimos que guardaba
en su corazón,
más, lo que ya no se comparte
no necesita de palabras
y tan solo el sonido
de un llanto ahogado
escapó de sus labios.
Dudas mezcladas
con aceptación,
lágrimas
que escocían el alma.
Su mundo se había llenado
de colores lúgubres,
sabía que no había
vuelta atrás,
que nadie podía ayudarla,
y sola, tendría que enfrentarse
a lo desconocido.
Sintió que quería estar
en otro sitio,
todo lo que ella había sido,
todo lo que había deseado
cuando todo estaba
aún por venir,
fue olvidado, relegado, negado.
El dolor de sus heridas viejas
fue aceptado
y la vida,
se le hizo llevadera,
aún sintiendo su presencia
cada despertar.
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