Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro puro.
I. Heywood
Casi pierdo los hilos
casi los hago desaparecer,
guardé el ovillo,
dejé de desenredar
los nudos que me hacían
sentir viva.
Se fue deshilachando
poco a poco mi destino
sin que yo hiciera nada.
Ahora quiero unir las piezas
y coser las costuras
he aprendido que los remiendos
también son parte de la vida.
Entre lo cierto y lo incierto,
lo posible y lo imposible,
lo certero, lo probable
y lo improbable
doy puntadas con calidez,
consolidandome, haciendome
más fuerte,
ya no tengo miedo,
a pesar de mis mil jirones
ya,
no me siento rota.
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