"Nos miramos a los ojos.
Profundamente.
Me vio el alma.
Desconozco autor.
Yo iba por el mundo
a tientas,
con los ojos cegados,
por la pena de un adiós.
Él me ofreció sus manos
para que pudiera desprenderme
del dolor.
Me acurrucó entre sus brazos,
notando,
como brotaban mis lágrimas tibias,
las dejó escapar;
me dijo que fuera libre.
Se deslizaron por su pecho,
recorrieron su vientre,
se perdieron por sus piernas
y fueron cayendo,
formando un charquito
lleno de momentos de vida
junto a sus pies.
Y de pronto todo se volvió
sencillo,
todo en su cabeza
comenzó a ordenarse
y supo que pordría
volver a sentir y recuperar
la sonrisa perdida.
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