Y si miro hacia la sombra donde la luz se deshace, temo
también deshacerme y entre la sombra quedarme confundida para siempre.
Concha Méndez
Despacio me fui alejando,
despacio,
tomándome mi tiempo,
para decidir bien,
por donde caminar.
Me tape los oídos,
para no escuchar
el sonido de mis pasos,
no pensaba regresar,
no había vuelta atrás,
pues hacia tiempo
que no tenía a quién extrañar.
Salté, huí, escapé,
para olvidar todo cuanto fui.
Anduve una vida entera
y de pronto el tiempo
pareció detenerse.
Antes de que saliera el lucero del alba,
se rompió el silencio
de la madrugada,
un desgarro,
un llanto desconsolado,
como hojas muertas
a merced de un vendaval
volaron todas mis certezas.
Lloré cada vez con más intensidad
y tristeza,
porque me gano la nostalgia,
al darme cuenta
de que me perseguía
tu sombra,
la sombra que me ha acompañado
toda la vida,
la que siempre estuvo,
la que no debía estar
y sin embargo estaba.
Empapada de resignación,
con una sonrisa grave y triste
tuve que aceptar
que siempre tu sombra,
sombra de mi sombra
sería.
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Allí donde la luz no alumbra, tal vez alumbre su sombra.
ResponderEliminarPrecioso relato