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lunes, 1 de mayo de 2017

Vicisitudes



Apagaste las luces y encendiste la noche.
Cerraste las ventanas y abriste tu vestido.
Olía a flor mojada. Desde un paraíso sin límites
me miraban tus ojos en la sombra infinita.

                                  
           
                                             Luis Alberto de Cuenca.







Huyó para evitar, para aplazar lo inevitable.
No tenía porque irse, quiso hacerlo, intentó escapar mientras aún estaba a tiempo.

Ignoraba donde dirigirse.


Tomó un rodeo que no la llevó a ninguna parte. Maldijo al destino.


Deambuló por lugares desiertos bajo cielos carentes de color, pero continuó avanzando. 

Navegó mares oscuros, contempló noches sin luna, días sin sol. No encontró vientos que guiaran sus velas.

Sin estrellas en el firmamento se sintió sola, desorientada, le dolía el cansancio, decidió parar, tomar aire y respirar.

Se obligó a olvidar pensamientos y emociones; Se regaló un poco de tiempo.

Como los recuerdos le hacían daño, los guardo todos en su corazón para que no se escapasen por las costuras de las heridas que no habían podido cicatrizar.


Siguió caminando, tuvo la sensación de que había pasado mucho tiempo, una vida entera quizá. 

Todo quedó atrás, todo se volvió silencio, fue algo fugaz, unos segundos tal vez, pero notó, como poco a poco su interior se ordenaba, se aferró a esa idea y llenó su vida con ella.


Todo dejó de ser lo que parecía y la realidad se impuso. 

Pudo escribir el final, en cada linea, en cada poema en cada carta de amor, dejo escritas palabras d desprecio, rabia y tristeza, pero muchas otras de fe y esperanza, lo que en cierto modo la protegió.

Parecía imposible que aquello pudiera suceder, pero sucedió, regresó al lugar que anhelaba volver...




Contacta Vía Mail: alinuski5@gmail.com

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