Nadie me había mirado así jamás (... ). Así, tan, tan,
tan...Sí, tan así. Quería que lo supieras. Por cierto es un cumplido, un
pequeño cumplido, amor. ¿Lo has notado?
Daniel Glattauer
-No me mires.
Pero él, la miraba.
-Aparta tus ojos de mi.
Pero él la observaba atento.
-No me mires.
Pero a él, ya no le importaban
las advertencias,
se había sumergido
en su mirada.
-No me mires.
-No rehuyas mi mirada,
que adivino tu tristeza,
le dijo,
con la angustia en el alma
de que ella lo volviera a rechazar.
-No me miras
con la ceguera de tu amor
que todo lo difumina,
no me mires;
¿Y sí mi dolor te alcanza¿
¿Cómo podré sobrevivir?
si ya no puedo imaginar
la vida sin ti.
Él la miraba en silencio
y al mirarla le regalaba
un pedazo de cielo.
Un principio
y ningún final,
la valentía
para que su miedo
desapareciera.
-Te he visto llorar
con los ojos hundidos
de tristeza,
lanzando deseos al aire.
Sé hasta donde llega
tu soledad y no dejaré
de mirarte.
Me quedaré a tu lado,
tan pegado a ti, como
el aire que nos envuelve,
seré alivio a tu añoranza,
tu vida tendrá color
porque yo daré luz
a tus días oscuros.
-¿Por qué has tenido
que mirarme?
-¿Y que más podía hacer?
sí al mirarte, la tierra
empezó a girar
cada vez más despacio
hasta detenerse por completo
y la vida se ordenó
de nuevo.
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