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miércoles, 15 de marzo de 2017

Hedfan (Vuelo)






¿ Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?

                                         Helen Keller







Cómo atada al hilo de una cometa, alzo el vuelo, subo y bajo, planeo, me dejo llevar por el viento.

La brisa me acaricia.

Escondida entre las nubes a borbotones se escapan lágrimas que se confunden con gotas de lluvia que me traspasan la piel, limpiando mi alma.

No encuentro consuelo, no en mis lágrimas, ni en las presentes, ni en las ya lloradas, que  limpiaron mi cuerpo de deseos, y se quedaron postergados en la oscuridad, pero al menos, como en una tormenta de verano, me despejan de vez en cuando.

La incertidumbre es el mayor de los castigos, por eso no espero nada más allá de lo que tengo.

¿Dónde fueron mis sueños?
Se convirtieron en ausencias.

¿Y esos días que no quiero recordar?
Recuerdos descolocados que no quiero ordenar.

Por eso, cuando se me amontonan historias en la cabeza y mis manos se llenan de letras, alzo el vuelo, porqué tengo una memoria que no deseo y la fuerza de los deseos me hace volar cada vez más alto dejando en el mar la estela de mi sombra herida.

Vuelo, porqué hay historias que es mejor que no sean contadas.

Vuelo, cuando la vida se vuelve insoportable, intentando alejar el deseo de creer tus promesas, dejando que la distancia abra una brecha y que está se vaya haciendo cada vez más y más profunda, hasta que el tiempo termine por convertirla en un abismo imposible de salvar.

Vuelo al despertar, cuando los sueños se empeñan en traerte de vuelta cada noche y me resisto a dejarme conmover y para protegerme de ti me bajo de mi nube y me lanzo en picado, en un vuelo libre e inconsciente para remontar con más fuerza y dejar que nuevos vientos me lleven a otros cielos, más abiertos, más azules.






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