La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más
El se ríe,
yo me sonrío,
por dentro,
me ahoga la pena
pues de nuevo
al mirarlo,
me he sentido sola.
Nada fue como había esperado,
el desconsuelo me golpea
como un puño enfurecido,
su sola presencia
me ahoga,
pues a su lado
siempre parece invierno.
El se ríe,
yo ya no sonrío,
me alejo de su lado.
Los cristales empañados,
apago las luces,
más allá de la ventana
una blancura infinita,
en la habitación
una tristeza
que se niega a marcharse.
Un presente enquistado
donde nada llega,
como una cadena perpetua,
como escoger un camino
cortado,
que te lleva a un callejón
sin salida.
Cierro los ojos
e imagino un futuro,
como un haz de luz
estallando en lo más denso
de la noche,
como si así, pudiera
aferrarme a algo,
aunque sea intangible,
esperanza, lo llaman.
Mientras, una agradable
sensación de abandono
inunda mi espíritu.
Respiro,
para comenzar de nuevo
borrar lo que lastima,
poder reinventarme,
para poder tomar
de nuevo su mano
y poder decirle...
Cógeme fuerte la mano,
no me sueltes,
a pesar de todo,
no te dejaré atrás.
Contacta Vía Mail: alinuski5@gmail.com
Cuando esto ocurre no queda otra que contener la respiración hasta que el nudo pasa... Y el aire vuelve a su ciclo.
ResponderEliminarBellísimo todo, Alicia.
Mil besitos preciosa
a veces hay que aprender a respirar.... y cuesta tanto...
Eliminarun beso enorme