Descargó toda la pena
que partía en dos su alma.
Temblaba.
El frío, la tristeza,
la ausencia,
se habían colado dentro de ella.
Cerró los ojos,
aún podía oír el sonido
de su voz.
Su mundo,
empezaba y terminaba
en él.
Lloraba,
por los sueños
que no se cumplirían.
Se iba
y lo perdía.
Ella no sabía
como echarlo al olvido.
Sus miradas
se cruzaron
por última vez.
Una, llena de suplicas,
la otra llena de indiferencia,
que destruyó,
cualquier posibilidad de esperanza.
Así terminó todo.
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Mi Libro de poesías: "La vida me sorprende": E editorial ArtGerust : La vida me sorprende
Los finales tristes son así. Dos miradas y cada una diciendo algo distinto.
ResponderEliminarMil besitos, Alicia.
Cuando aquella mirada final exhibió su desamor, se convirtió en la “estocada” de aquella relación que ya no tiene regreso. .. Se acabó lo que había. Y es hora de poner cabeza fría (aún con el corazón caliente) de pisar tierra firme y pasar este trago amargo, que no solo es muy agrio, también es largo, porque se requiere tiempo y valor para superarlo.
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