El mar para respirar

Entre un millar de dudas, un susurro:
 -Tengo algo que decirte.

De arriba a abajo,un desagradable escalofrío recorrió su cuerpo. Se recostó sobre si misma, se acurrucó en la butaca, observando tras la ventana la línea que formaba el mar en el horizonte.
 Respiró hondamente. Sabía que su mundo se iba a volver loco de repente, todo se había precipitado y no sabía como controlarlo, y desgraciadamente, intuía que para cuando
lo descubriera, sería demasiado tarde.

Ni la luz radiante del cielo, ni la luz clara y diáfana de ese día de verano, consiguieron aplacar la sensación de amarga ansiedad. Y eso, solo era el comienzo.

No se veía capaz de hacerle frente. Volvió a notar que el aire le faltaba, y de pronto un nudo empezó a comprimirle la garganta. Estaba asustada y quería acabar con esa sensación.
 Se incorporó, se puso en pie , abrió la ventana, se asomó al mar, respiró despacio para poder afrontar el momento que se acercaba y lo que lo reduciría todo a escombros.

Se giró, se acercó, y se dispuso a escuchar, aunque lo que realmente quería era tornarse invisible.
-!No!... es la única palabra que aun recuerda , la que cerró las puertas de alma y de su vida.
En su cara, una mezcla de decepción, rabia, impotencia, pena y dolor. Su rostro por un momento un reflejo del suyo.

-Todo irá bien, ya lo veras, estarás bien sin mi. Lo escuchó decir.
-Lo sé. mintió.



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