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domingo, 4 de enero de 2015

Lagrimas de Amor y Vida










De pronto le llegó el sonido de otras voces, hasta le pareció reconocer el tono de su voz, en las notas de una canción que alguien distraído tatareaba.

Siempre llegaba así, casualmente, cuando menos lo esperaba como una ráfaga de viento o una nube tapando el sol, y la hacía sonreír.

Era una tarde de noviembre, el sol ya se escondía y a través de los cristales, los últimos rayos le daban a su rostro un bonito tono sonrojado, dando la sensación a quién la miraba que llevaba el cielo dentro de ella.

Así pasaba las horas tranquilas, a la espera de alguna novedad que le devolviera la esperanza. Acompasando sus sentimientos a los movimiento de su cucharilla en el café.
Era como si al remover el azúcar, removiera a la vez algo en su interior que le hacia luchar contra el desamparo.

Suspiró, tomo la taza entre sus manos, se acurrucó en si misma y mientras se llevaba la humeante taza a los labios pensó, que las cosas eran como eran y no como quería que fueran, que había conocido la , ternura,el amor, la soledad y la furia, que tenía un corazón curtido y un alma acorazada, pero necesitaba lo más importante, reconciliarse.

Con ella y con la vida, con ella y con la alegría. Con ella que se había consumido, con él que se había disuelto convirtiendo su existencia en nada.
Con ella, que había naufragado pero que seguía a flote.

Así pasaba su vida, poblando de historias hojas y hojas en blanco. Volcando ternuras, caricias, amores, deseos, pasiones.
Para no olvidar, escribía, para no tener que preguntarse nunca donde quedó todo aquello que una vez vivió y sintió.
Temía olvidar, que sus recuerdos cayeran en un abismo de olvido, o peor aún que se convirtieran en fantasmas recordándole tantos años de ausencias.

Escribía, para no tener que darse explicaciones ni razones a sí misma del porqué seguía esperando desde el mismo momento en el que él se había marchado.

Había pasado tanto tiempo, había rellenado tantas hojas, que a veces le parecía que su alma era de tinta, ni sufrimientos, soledad ni lágrimas ; Solo tinta derramada en papel, palabras y recuerdos.

En esos momentos, así desprevenida, le embargaba una sensación se alegría y libertad, paz, tranquilidad , serenidad que la hacia relajarse.

Porque valoraba lo más preciado que tenía, sus recuerdos, los vividos, los soñados y hasta los imaginados , que arropaban su alma arrugada y la llevaban de nuevo a su abrazo fuerte  y cálido, volvía a perderse en sus ojos hermosos.

Volvía a sonreír por dentro, a oír su voz susurrando su nombre.
Volvía a ser la princesa con la primavera en los ojos,  que una vez fue y que se perdió en un bosque de arboles cantores y a la que un valiente caballero salvó.


Y entonces, cerraba los ojos y repetía muy bajito:

-Llévame contigo, quédate a mi lado, toma de nuevo mis manos...

Y unos dedos invisibles, recorrían su espalda, se paraban en su nuca y acariciaban su cabello y su alma, se quedaba
muy quiera unos segundos que parecían una vida entera.
Y cuando abría los ojos, podías ver todo el amor del mundo en su mirada, y en cada lagrima que resbalaba por su mejilla.

Lagrimas de amor y vida.





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Mi Libro de poesías: "La vida me sorprende": E editorial ArtGerust : La vida me sorprende

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