Inmóvil, quieta,
se sintió muy pequeña,
muy sola.
Necesitó tiempo
para curar sus heridas,
para coger fuerzas,
para vivir entre recuerdos.
Confió,
en que el tiempo
hubiese hecho su trabajo
y su desesperación
se hubiese disipado.
Lanzó una mirada
al reflejo de la luna en el agua
y deseo,
que no fuera demasiado
tarde para ella.
Era el momento
de mirar al futuro.
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