A veces, al despertar,
no sabía distinguir
entro lo vivido y lo soñado.
Su recuerdo,
le era tan querido
como insoportable.
Volvían siempre a ella,
imagenes que acudían
a su cabeza,
espontáneas, innecesarias
que se quedaban
grabadas a fuego
en la memoria.
La tristeza, el silencio,
amanezaban con consumirla.
Luchó contra él,
lo hizó desaparecer,
borró sus huellas,
de su alma, de su piel,
y se permitió volver a creer.
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Sea, ese volver a creer, Alicia, esa fe renovada que te permita disfrutar toda la dicha que aún no has vivido.
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