Y así,
sin que te dieras cuenta,
me alejé de ti.
Una madrugada
te cerré las ventanas
las que daban a mi alma.
Desde mucho antes
ya era olvido.
Me convertí,
en el rugido furioso
de las olas, al estrellarse
contra las rocas,
encerrado en el murmullo
de una caracola.
Fui la sombra oscura
y fría que inundaba tu jardín
y no dejaba llegar la primavera.
Me volví, otra vez,
etérea, transparente,
invisible.
Y yo ,
que siempre te esperaba
sentada al borde de la luna.
Me fui,
desaparecí,
buscando una salida.
Cansada de sentir
que me guardabas
en el rincón
de la resignación.
Este es para enmarcarlo. Magnífico.
ResponderEliminarMe impresiona y admira la hermosura de tu fecunda constancia.
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