De pronto,
se apodera de mi
un cansancio intenso,
infinito,
y siento que no puedo continuar.
Un deseo mágico de soñar,
se apodera de mis sentidos,
y como si fuera
la protagonista
de un cuento de hadas,
duermo,
duermo una noche,
que parece un siglo.
Duermo y sueño,
sueños bonitos,
llenos de luz
y vida.
Despierto,
la luz inunda
descaradamente mi espacio.
Miles de motas de polvo,
bailan y juguetean
flotando en mi habitación.
Puedo romper la magia
estirar mis brazos,
abrir las manos
y con la punta de mis dedos
deshacer el hechizo.
No lo hago.
En cambio,
mi mirada, sigue
la brillante linea
que dibuja
un rayo de sol,
que se ha colado
por una rendija.
Y de golpe,
me devuelve a la realidad,
al girar la cabeza
hacía el lugar
donde cae...
Tu lado de la cama
esta vacío,
ese espacio,
que me empeño
en no invadir,
y que me recuerda
que ya no estas aquí.
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