La lluvia y un café
guardan el secreto.
Cuando lo ve llegar,
sus movimientos se entorpecen
y sus sentimientos se pierden.
Pasa por su lado
y sin querer su mano,
roza su pelo,
leve caricia, que eriza su piel.
Y ella sucumbe a su instito,
él es su debilidad.
Lo mira y sonrié.
El se sienta,
tan ausente, tan lejano
con ese aire de tristeza perenne.
Y comienza a acariciar
las teclas de su piano.
Ella imagina que sus dedos
se pierden por su espalda.
Devora sus labios
con la mirada,
empieza a pensarlo
con locura,
y de pronto , así de pronto,
sin esperarlo,
él levanta su mirada...
La tuvo tan cerca
y no la supo ver.
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