"El amor no es consuelo, es la luz".
Nietzsche
Era su luz
en un mundo oscuro,
y aunque a veces
costaba,
no sentir miedo ante el futuro,
su abrazo era refugio
de sombras y luces.
La ayudó a ordenar
el desorden
de dentro,
el que duele,
el que se había llenado
de dolor, silencio
y cansancio.
Imponiéndose a su tristeza,
consiguió romper
todos los pilares
que la decepción, la indiferencia,
habían ido construyendo.
Supo transformar
su desazón en esperanza.
Se fue adentrando
en su existencia,
intentando marcar el compás
de su corazón
que latía muy despacio,
pues había perdido
la magia y los colores,
tan solo tenía
un millón de incertidumbres
que él, supo despejar.
Sin darse cuenta,
su presencia en su vida
se convirtió en balsamo,
con su corazón sereno
lleno de ilusiones
le regaló el deseo
de volver a soñar.
Nunca, nunca dejó de mirarla
y abrazarla.
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